Reconozco que no me gusta el fútbol, que no entiendo por qué mueve masas y por qué la gente se vuelve loca viendo un partido. Pero también reconozco que es contagioso y que los niños lo pasan pipa viendo a sus padres.
Los niños de la playa han hecho una pancarta y con cacerolas e incluso un trombón nos han contagiado, seguro que en Sudáfrica han oído los gritos, y ahora sólo tienen que ganar...
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