lunes, 28 de marzo de 2016

¿TE ECHO DE MENOS?

 Mi pequeñuela Roberta, de 14 años como cada año se fue de viaje con sus primos, un viaje muy chulo, muy intenso.
 Las instrucciones fueron muy claras, y no me importaba que no me llamase por teléfono, pero en el momento en el que tuviese opción, me tenía que mandar un mensajito diciéndome que todo estaba bien, y cómo lo estaba pasando.
  Cuando recibo su primer mensaje...
 _Mamá, todo OK.
 Y la foto de este pajarraco.
 Revisé y revisé mi móvil imaginándome que el resto del mensaje por alguna razón se había borrado. Y en cuanto salí de trabajar me fui a la oficina donde me vendieron el móvil y que estaba defectuoso porque no me entraban los mensajes.
 Su segundo menasaje fue al día siguiente.
 ¡Qué alegría!.
 Por fin...
 El mensaje decía así:
 _Mamá, todo sigue ok.
 Y la foto de un pez gigante rozando sus piernitas.
 Y volví a la tienda de móviles.
 Y otra vez me insinuaron que la tarada era yo.
 No podía ser...
 En mi cabeza sabía como era el mensaje que se había borrado.
   " Querida mamá:
   Me lo estoy pasando muy bien, pero te echo mucho de menos,
  muchísimo de menos, ojalá estuvieses aquí.
 También echo de menos a papá y a mi hermano,
 pero a la que realmente añoro es a ti.
 Hace calor y bla, bla, bla..."
  Pero no.
  Ahora que ya está aquí, su explicación es que no tenía ni tiempo para mandar un mensaje, y lo peor de todo...
 Su pensamiento...
_ Qué puedo estudiar en un futuro para poder recorrer el mundo entero?.
 Y el mío...
 _ Cariño, en casita con mamá...se está fenomenal.
 Os enseñaré fotos súper chulas.

jueves, 10 de marzo de 2016

LA PRIMERA SALIDA

 Mi pequeñuela Roberta (14 años), y medio, ¡Y qué no se me olvide el medio, que es muy, pero que muy importante!, me rogó, suplicó... si el día de carnaval podía salir con sus amigas hasta las 11 y media.
 ¡Glups!
 _¿Hasta las 11 y media?.
 _Por favor mamá...
 Ahí me empezó a soltar lo mismo que le decía yo a mi madre...que si soy la única,que si van todas, que bla, bla, bla...
 Y la dejé.
 No sin antes advertirle (quizás un poco exagerado, porque no creo que Freddy Krueger estuviese en Santiago de 8 a 11 y media...pero por si las moscas), de los peligros con los que se puede encontrar.
 Pero claro, aproveché para hacer un montón de recados que tenía que hacer justamente por donde ella estaba, discretamente por supuesto, bien abrigada porque hacía frío, gorro, bufanda...para eso vi tantas películas de espionaje, de algo me tenían que servir.
 Como hacía tanto frío que paré para tomarme 105 cafés en la cristalera de una cafetería estrategicamente situada. Y casualmente, sólo casualmente estaba enfrente a ellas,y me deleité en mi hazaña.
 Y como fueron tantas horas yo sola, empezé a pensar en cuando yo tenía su edad, y lo muchísimo que me divertía, y como hablábamos durante miles de horas, y cuando llegábamos a casa nos llamábamos por teléfono, y seguíamos hablando.
 ¡Qué envidia me dieron!, las veía reirse a carcajadas, y disfrutando tanto, que el tiempo se pasó volando hasta que sonó el móvil, era ella (la estaba viendo como se alejaba un poco del grupo).
 _Mamá, ya es la hora, dónde te esperamos? _ su voz sonaba medio ronca, y no me extraña, el ruído que había se semejaba a los estorninos cuando llegan a los árboles de la Alameda.
 _ Bien, tardo un ratito porque estoy un poco lejos _le respondí cínicamente.
 _Genial, quiero decir, ejem, no te preocupes, no hace falta que te des prisa.
 Así que hice un poquito más de tiempo y las fui a recoger. La mitad venían a dormir a casa. Me encantan, son como un pozo sin fondo. Comen hasta acabar la existencias, se levantan mil veces, y como a las cinco de la mañana caen rendidas.
 Bendita adolescencia.