¡NO ME CASO!.
Así con esa frase se despertó el otro día mi cachorro de casi 8 años.
Y se mete conmigo en la cama.
_ Pero a ver... cuéntame_ le digo mientras lo acerco hacia mi para darle los mimiños.
_ Pues eso mamá, que no me voy a casar nunca jamás.
_¡Ay Dios mío! _ respondo yo con voz melodramática_ nunca jamás es demasiado ¿no?.
_Es que...estuve pensando...si me caso, me tengo que mudar de casa ¿no?.
_Pues...si...te tienes que mudar.
_ Hala, pues lo tengo decidido, no me caso, por mucho que tú me digas.
_ Qué pena_ le vuelvo a contestar_ con las ganas que tenía de comprarme un vestido precioso que vi en un escaparate, y lo primero que pensé cuando lo vi fue...para la boda de mi hijo, ahora ya no me lo puedo comprar...es una lástima, porque era ideal...quien me vería a mi...yendo hacia el altar con ese vestido rojo de escote de vértigo y llenito de lentejuelas brillantes.
Mi berberechiño me miraba con la boca y ojos abiertos como platos.
Hasta que me contestó...
_Bueno, si acaso, te lo compras para mi cumpleaños, pero no para mi boda.
Me lo zampo, es que me lo zampo.
NOTA: Por supuesto que no se va a casar (que no lo dejo yo).
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