martes, 26 de mayo de 2015

MI AMIGA PETAR.

  Hace unos días estuve con una amiga mía a la que le tengo mucha envidia. Y no es envidia de la sana, no. Es envidia de la cochina. Vino hace poquito de la India, y ahora se va a dar una vueltecilla alrededor del mundo. Mi amiga, vamos a llamarla Petar, (de petarda claro)... tiene las narices de restregarme el  día a día sus viajes.
 Petar es una super-aventurera, se larga con su mochila, con una ruta ya elaborada en casa, pero sin rumbo, sin hotel y la mayor parte de las veces sola.
 Siempre me pica...
 _Cualquier día vamos juntas, ya verás..._ me suele decir.
 Yo asiento...
 _ Si_contesto yo_cualquier día en mi siguiente vida, porque en ésta ya te digo que imposible.
 Ella me sonríe con sus dientes perfectamente alineados abriendo la boca todo lo que puede.
 Yo que soy muy observadora veo que no tiene ni un solo empaste, y se lo hago saber.
 _¡Eh, no tienes empastes!,_ le agarro la cara como a un cordero cuando se le va a dar el biberón apretando para que la abra bien.
 _¡Qué pesada!_ me recrimina_¡a ti qué más te da!.
 Se la suelto dejándole las marcas de mis dedos.
 Ella sigue su charloteo que a mi me encanta, debería ser periodista, o locutora de radio. Tendría mucho éxito, pienso mientras me narra sus aventuras encima de un Zhao Xiaoqiang, y yo a medida que va pasando el tiempo me pongo más pecosa de la envidia.
 Mientras me describe su viaje y yo recojo mi hilo de baba, pienso que si mi querida, admirada e idolatrada Isabel Allende la conociese escribiría la segunda parte de La Casa de Los Espíritus.
 Mi amiga Petar es simplemente genial.

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