No quería una moto cualquiera, quería LA MOTO.
Pensé primero en una vespa, pero de primera mano ni de broma, el precio se me iba muchísimo, así que ni hablar.
Después las vespas que vi de segunda mano o estaban fatal, o no tenían documentación, o mil cosas.
Pero el otro día por internet, la vi.
Me llamó mamá.
Así que llamé por teléfono y hablé con un chico amable, un poco parco en palabras, quizás era porque no le dejaba meter mucha baza, y quedé con él ese fin de semana.
Nada más verla me enamoré. Me la dejó probar y desde ese momento no me separé de ella.
Así que voy a brillarla bien y os la presentaré.
Es una vespino roja, un precioso ciclomotor que me ha enamorado.
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