Algo que me encanta hacer es pescar. No pescar...pescar... si no jugar a pescar.
Le ponemos interés de verdad, lo que pasa es que sólo pescamos peces que no se comen, así que los devolvemos al mar. Tampoco llevamos caña, llegamos a la conclusión que es un incordio, demasiado grande, demasiado pequeña, demasiado pesada, demasiado ligera... así que con un palo, sedal y plomos hacemos tancitas.
Esta vez, Teo (10 años) (perro), Antonio (6 años) , Roberta (13 años) y yo (entre 23 y 42 años), nos dedicamos a la pescar a primera hora de la mañana. Si, si, a primerita hora, pues todavía tenemos el chip despertador del cole.
La verdad es que el tiempo se nos pasa volando, entre poner el cebo, y desenganchar el sedal de las rocas, nos da la hora de comer.
Esta vez cuatro " lorchos " cayeron en nuestras redes. Lástima de una buena lubina...
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