LO MARCABA EL GUIÓN, LO JURO.

 Hace mucho, mucho, pero que mucho tiempo, más de 20 años (que se dice pronto), hice una película.
 Ya, suena a trola, pero es verdad.
 No es que hiciera una, hice varias.
 Malas, muy malas, muy requetemalas, pero las hice.
 Yo ya me había olvidado, pues nunca las llegué a ver y como tenía cabeza de chorlito, nunca me interesó conseguirlas.
 Pero hace un mes más o menos haciendo limpieza encontré el guión (pues hasta tenía guión), con el título de la película (que ni me acordaba), director...
 Se lo enseñé a mi marido y a mi hija, como una anécdota. Y ¿qué es lo que tiene internet?, pues que lo encuentra todo, ¿y qué hizo mi marido?, buscarla.
 Y llegó después de unos días, hizo unas palomitas, y sesión cine. Y me pone la peli.
 ¡Ay por Dios!, el cuerpo me temblaba, (yo nunca la había visto).
 Y empezó.
 Menudo ladrillo.
 Así que le dimos hacia delante, hasta mi brillante actuación.
 Las lágrimas de mi hija (once años) fue lo mejor de todo. Teníamos que volver a darle hacia atrás porque no me oía de las carcajadas de los demás. Que menuda pinta, que eso no era una falda, era un cinturón, que mira las piernas, que que pelo cardado, que quién me había maquillado, que la película no sé cómo no estuvo nominada al Oscar, que no me extraña que no me ofrecieran más papeles, que Penélope Cruz a mi lado no tenía nada que hacer...
 Pero de repente las carcajadas se convirtieron en un silencio.
 Mamá, la buena de mamá, la santa de mamá, se estaba dando un beso de tornillo de dos horas y media con un chico que ni conocía.
 Pause.
 _¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mamá!!!!!!!!
 _ Glups, es un besito de nada _me excuso.
 _ Si, si, un besito de nada _ dice mi marido.
 _ Por eso dura tres horas y parece que se te va a romper el cuello de tanto que lo mueves- me dice la listilla.
Sigue en pause.
 _ ¿Ya salías con papá?.
 _ Si.
 _ ¿Y te dejó?.
 _ Pssseee.
 _ ¿Y no le importó?.
 _Naaaa.
 _ ¿Y no se enfadó?.
 _ Naaaa.
 _ ¿ Y te vio?.
 _ Pssee.
 _ ¿ Y lo vio la abuela?.
 _ Psseee.
 _ ¿ Y le importó?.
 _ Naaaa.
  Menudo interrogatorio. Por supuesto a mi marido no le había dicho nada del tremendo beso, lo marcaba el guión... y menos a mi madre, porque me hubiese estampado contra la pared, así que más de veinte años después mi mentirijilla (bueno más bien ocultación de datos) salió a la luz. Eso si, mereció la pena ver como la gente no puede respirar de la risa y casi infartan, que bonito es ver a la familia feliz, aunque sea mofándose de uno...