Las demás ranas la miran con envidia.
Hacen corrillos e intentan imitarla.
Martalina lo sabe y cada día que pasa hace piruetas más y más complicadas.
Una mañana de verano, Martalina se levantó muy temprano para hacer sus ejercicios diarios.
_Esta tarde los voy a dejar a todos boquiabiertos_ se dijo para si misma.
Así que se fue al nenúfar más lejano del lago, a un lugar donde pocas ranas habían estado, al lugar prohibido.
_ Si salto dando una pirueta y alcanzo la roca ballena sería fantástico. Tengo que practicar.
Ni corta ni perezosa y alejándose más si cabe Martalina cogió impulso y saltó. Saltó más que nunca. Y llegó a la roca ballena.
Pero de repente, la roca cobró vida y bajo los pies de Martalina se abrió un gran agujero.
La pobre ranita ya no podía sujetarse más y se dejó caer.
Ni siquiera fue capaz de gritar.
Cayó y cayó...
Y dónde fue a parar?
ResponderEliminarPobre,eso le pasò por chulita!!!!jajajs
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