Brunilda está chiflada, es una despistada y su desorganización resulta desesperante. Mientras ella deambula en su desobediente escoba, su gato Bruno la observa con sarcasmo. Brunilda, desde su primera aparición en 1987, se ha ganado un lugar especial en los corazones de los niños pequeños. La bruja lidia con tareas domésticas como redecorar, celebrar un cumpleaños o irse de vacaciones. Es incluso menos hábil con las obligaciones mágicas, como comprar una varita mágica o domar una alfombra mágica. Su mala memoria unida a su miopía tiene un efecto divertidísimo.
El humor, y gran parte del éxito de la serie de cuentos se debe a la habilidad del ilustrador Korky Paul, que ha desarrollado la idea de Valerie Thomas en delicadas ilustraciones.
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