En enero fui a Madrid a trabajar en la feria del niño. Me daba un poco de perecilla, la verdad, porque iba sola, y todas las veces que fui aproveché para llevar a los niños, o bien al Oceanográfico cuando era en Valencia, o al zoo cuando era en Madrid.
Esta vez iba sola y mucho, mucho, no me apetecía.
Acostumbrada a viajar con los niños 100 maletas, silla... me sentía rara. Eso si, solo con una maletita pequeñaja, y sin nada más me parecía una gozada.
Por primera vez en mi vida llegué pronto, cuando vi que la gente empezaba a ponerse en la fila, allá me fui yo, y me puse de cuarta. Si, si, de cuarta, una bobada, pero así lo hice.
Así que empezaron a llegar las azafatas, y empezábamos a embarcar...
De repente...guaaaaaa, guaaaa, giro la cabeza, y era un bebé pequeñiiito, y su agobiada mamá con ocho mil bolsas, maletas, ordenador, biberones...
Volví a girar mi cabeza hacia el otro lado, y me medio sonreí recordándome a mi misma, y por la satisfacción de ver mi pequeña maletita y solo tres personas delante de mi.
¡¡¡¡¡¡GUAAAAAAAAA!!!!!!! seguía llorando la bebé.
Miré de nuevo a la mamá...
Uff, paso, paso, me repetí a mi misma.
Miré a la chica que estaba detrás de mi y le dije:
_¿ Te importa guardarme el sitio un segundito?.
Ella sin dejar de mascar el chicle de fresa ácida me dijo que si.
Las azafatas ya estaban preparadas.
Fui a un paso acelerado hacia la chica y la bebé.
_¿Qui, qui, ejem, Quieres que te ayude?.
La chica me miró a los ojos y me dijo.
_SIiiiiiiiiiiii.....
El resto os lo imagináis, baja el carro, pliega el carro, la mantita, el saco, ufff, no me acuerdo cómo se pliega...pues a mi no me mires... se me ha olvidado...
Fuimos las últimas en subir, y algunos pasajeros nos miraron raro, aproveché para darle un maletazo a uno que me pareció que rosmaba...
A las azafatas les dimos pena, y nos dejaron sentarnos juntas, y habla que hablarás se nos pasó el tiempo en un periquete.
Hoy recibí un mensaje de ella que me hizo una ilusión terrible.
Y os seguiré contando porque este viajecito no tuvo desperdicio....
Esta vez iba sola y mucho, mucho, no me apetecía.
Acostumbrada a viajar con los niños 100 maletas, silla... me sentía rara. Eso si, solo con una maletita pequeñaja, y sin nada más me parecía una gozada.
Por primera vez en mi vida llegué pronto, cuando vi que la gente empezaba a ponerse en la fila, allá me fui yo, y me puse de cuarta. Si, si, de cuarta, una bobada, pero así lo hice.
Así que empezaron a llegar las azafatas, y empezábamos a embarcar...
De repente...guaaaaaa, guaaaa, giro la cabeza, y era un bebé pequeñiiito, y su agobiada mamá con ocho mil bolsas, maletas, ordenador, biberones...
Volví a girar mi cabeza hacia el otro lado, y me medio sonreí recordándome a mi misma, y por la satisfacción de ver mi pequeña maletita y solo tres personas delante de mi.
¡¡¡¡¡¡GUAAAAAAAAA!!!!!!! seguía llorando la bebé.
Miré de nuevo a la mamá...
Uff, paso, paso, me repetí a mi misma.
Miré a la chica que estaba detrás de mi y le dije:
_¿ Te importa guardarme el sitio un segundito?.
Ella sin dejar de mascar el chicle de fresa ácida me dijo que si.
Las azafatas ya estaban preparadas.
Fui a un paso acelerado hacia la chica y la bebé.
_¿Qui, qui, ejem, Quieres que te ayude?.
La chica me miró a los ojos y me dijo.
_SIiiiiiiiiiiii.....
El resto os lo imagináis, baja el carro, pliega el carro, la mantita, el saco, ufff, no me acuerdo cómo se pliega...pues a mi no me mires... se me ha olvidado...
Fuimos las últimas en subir, y algunos pasajeros nos miraron raro, aproveché para darle un maletazo a uno que me pareció que rosmaba...
A las azafatas les dimos pena, y nos dejaron sentarnos juntas, y habla que hablarás se nos pasó el tiempo en un periquete.
Hoy recibí un mensaje de ella que me hizo una ilusión terrible.
Y os seguiré contando porque este viajecito no tuvo desperdicio....
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